31 mayo, 2018

Un viaje de punta a punta

«El entrenamiento previo evita un mal rendimiento». Este es el mantra que suele repetirse en la cabeza de Dean Stott, una lección de sabiduría pragmática –sino sistemática– bien aprendida y afianzada gracias su carrera en las Fuerzas Especiales británicas. Se trata de una suerte de fórmula estratégica que guía todas y cada una de las acciones de Dean, desde las cotidianas hasta las extraordinarias, y que le brinda el caldo de cultivo óptimo para sus éxitos. ¿Su último logro? Recorrer de punta a punta en bici el continente americano por la Ruta Panamericana –que va desde el extremo sur de Ushuaia, Argentina, hasta el rincón norte de Prudhoe Bay, Alaska– y pulverizar dos récord Guinness en el proceso.

Animado por su amigo y ex compañero en las Fuerzas Armadas el Príncipe Harry, Duque de Sussex, Dean convirtió su ruta de más de 22.500 km en una campaña benéfica a favor de Heads Together, una organización británica contra las enfermedades mentales fundada por la familia real. Su mínima experiencia como ciclista no le impidió afrontar la enorme escala de este desafío, ni tampoco superarlo. Con la única ayuda de un pequeño equipo de apoyo y dos cámaras para filmar el viaje, Dean batió dos récords: el del viaje ciclista más rápido de una punta de Sudamérica a la otra (en 48 días y 54 minutos) y el de recorrer la totalidad de la Ruta Panamericana (en 99 días, 12 horas y 56 minutos), cifra que supone una mejora de 17 días con respecto al récord anterior.

Pillamos a Dean Stott tan solo unos pocos días después de haber asistido a la boda del Príncipe Harry y con los dos récords de su desafío aún recientes. Tras empaparnos de todas las anécdotas y datos de su hazaña ciclista, le pedimos que reflexionarse sobre las pequeñas partes del viaje que le prepararon para afrontarlo en su conjunto.

¿Por qué elegiste la bici como vehículo para promover esta causa?

Después de mi lesión de rodilla [que sufrí durante mi época de paracaidista en las Fuerzas Especiales], pasé de disfrutar de mi mejor estado físico a no poder correr ni 50 metros. Ni siquiera me daba cuenta de lo deprimido que estaba, pero cuando descubrí la bici fue una auténtica liberación. Gracias a ella puede mejorar mi confianza y fortaleza mental sin ahondar en mi lesión de rodilla. Desde siempre me ha motivado la búsqueda incansable de la excelencia, y lo que hice fue transferir esta mentalidad al ciclismo y al propio desafío.

¿Por qué razón decidiste colaborar con Heads Together?

Por aquel entonces las enfermedades mentales copaban gran parte de la agenda política. Kate [Middleton, Duquesa de Cambridge] acaba de ser madre y estaba colaborando con mujeres que sufrían de depresión posparto. [El Príncipe] William [Duque de Cambridge] era piloto de ambulancias aéreas y estaba consternado por la cantidad de suicidios en los que había asistido. Además, tras haber servido en Afganistán en dos ocasiones, [el Príncipe] Harry [Duque de Sussex], había vivido en primera persona varios casos dentro del ejército. Entre los tres habían estado en contacto con una amplia variedad de enfermedades mentales. Por eso, cuando le envíe a Harry un mensaje en mayo de 2016 para hablarle de mi siguiente desafío, me preguntó si estaría dispuesto a afrontarlo apoyando la nueva campaña [Heads Together] que acababan de poner en marcha.

¿Cómo conseguiste llamar la atención de Orbea y otros patrocinadores?

Al no tener ningún historial como ciclista, fue muy difícil acercarme a las marcas con un desafío como este. A la gente de Orbea le encantó la campaña y asumieron riesgos que otros no quisieron asumir. Cuando comencé a ponerme en contacto con patrocinadores para presentar la idea hace dos años, fue la campaña de Heads Together la que realmente les atrajo. Sin embargo, había otra historia escondida detrás de ella: que nunca es tarde para empezar en un nuevo deporte, que el único motor del éxito son tus piernas y tu mente.

¿Cómo fue el comienzo de tu viaje?

Cuando llegué a Argentina, más que las pendientes, lo que me preocupaba era el aire. La mayor parte de la Patagonia es una gran planicie expuesta al viento, que soplaba incesantemente. Pensaba que lo tendría a favor, y esta fue precisamente la razón por la que comencé en Ushuaia y no en Alaska, pero resultó no ser así. Durante los primeros siete días tuve que lidiar con vientos cruzados de 40 nudos, y llevaba un retraso de 62 km con respecto al objetivo. No obstante, sabía que, una vez superada esta parte, tendría el viento a favor en Perú. Fue así como alcance el objetivo y gané tiempo para batir el primer récord: disfrutando de viento a favor durante 2.500 km.

¿Te viste en dificultades? ¿Sentiste ganas de abandonar en algún momento?

Gracias a mi paso por el ejército, era consciente de mi fortaleza tanto física como mental. Por eso, lo que más me preocupaba era que factores ajenos a mí pudieran obstaculizar mi avance. Tampoco esperaba encontrarme con dificultades desde el primer día, y la primera semana fue dura. Soy una persona centrada en los objetivos y me gusta ir por delante. Aunque no pasé por ningún sitio especialmente difícil, la climatología y algunos sucesos hicieron que algunos días me resultasen especialmente duros y echase de menos a la familia.

¿Qué te hizo mantener la motivación para afrontar un recorrido tan largo?

No me centré en la totalidad del desafío, sino que lo dividí en pequeñas etapas de un día. Hacía cuatro tiradas al día a una media de 2,5 horas sobre la bici cada una, que era lo máximo que podía montar antes de aburrir. Antes de darme cuenta, había superado el día 1, el día 2 y, en cuanto me paraba a pensarlo, había recorrido ya todo un país. Llegado un punto, si hacía menos de 240 km en una jornada consideraba que había tenido un mal día. Me lo planteé como una partida de ajedrez contra la Madre Naturaleza, esa fue la forma en que lo enfoqué. La verdad es que no me lo tomé como algo descomunal, pero ahora que lo veo desde fuera me doy cuenta de que sí que lo es.

¿Se acercaba la gente a hablar contigo sobre las enfermedades mentales?

Al apoyar con mi desafío una campaña contra las enfermedades mentales, la gente tiende a pensar que soy un experto en la materia. Pero no es así, yo soy solo un ciclista. Esta es la razón por la que en el sitio web hemos colgado una página en la que la gente puede ponerse en contacto con expertos. El caso es que me cruzaba con gente en la carretera que me contaba sus experiencias personales. Creo que nos veían como un interlocutor con el que compartir sus historias, y nosotros sentíamos la obligación de responder a sus preguntas. Buscaban a alguien que les escuchase para sincerarse. La comunicación es un aspecto fundamental en las enfermedades mentales.

¿Cuál fue el reto más difícil con el que te encontraste en el camino?

El viento, que me destrozó mentalmente. Sabía que iba a encontrarme con montañas, porque siempre te las encuentras. Sabía cuántos metros iba a ascender y a descender porque llevaba la ruta en mi GPS. Sabía que iba a atravesar uno de los desiertos más áridos del mundo, y era también consciente de todas las inclemencias meteorológicas que iba encontrarme en Sudamérica, en especial la pesadilla [con el viento] que tuve que soportar en Ushuaia. Pero cuando llegué a Texas, me encontré con algo que no había experimentado nunca antes: vendavales de nada más y nada menos que 60 nudos.

En Texas también recibiste una noticia que afectó a todo el desafío. ¿Qué sucedió?

Mi mujer me llamó para informarme de que el Príncipe Harry nos había invitado a la boda real, e inmediatamente caí en la cuenta de que tenía que completar el objetivo antes del día 102, es decir, ocho días antes de la fecha fijada originalmente. Aquello me puso la cabeza patas arriba y me metió presión adicional. Ese fue el momento en el que tuve que empezar a rodar por las noches. Mentalmente fue muy difícil, ya que me sentía solo. Al menos por el día disfrutaba de los paisajes, pero por las noches, lo único que podía ver era la velocidad a la que iba en la pantalla del Garmin. Los militares y la policía me paraban constantemente por lo raro que resultaba ver a un ciclista en la carretera a las 02:00 de la madrugada, pero por lo menos había menos tráfico y los vientos eran más suaves.

Tras haberte hecho la idea de la nueva hoja de ruta, hubo otro cambio de programación que afectó al desafío. ¿Qué fue?

Cuando llegué a Whitehorse, Columbia Británica, cinco días antes de la llegada a Prudhoe Bay, Alaska, sabía ya que completaría el trayecto en 102 días. Pero entonces alguien me habló de un chico alemán que quería hacerlo [el desafío panamericano] en 100 días ese mismo año. Esta posibilidad me removió por dentro y, por segunda vez, volví a cambiar de objetivo. El caso es que la noticia llegó en el momento adecuado, ya que si lo hubiera sabido desde el comienzo, habría sentido mucha más presión.

Supongo que tuviste que renunciar a varios días de descanso para poder llegar a la boda real a tiempo. ¿Te resultó muy duro?

Al empezar, no planifiqué ningún día de descanso. Al final, no rodé en un total de cuatro, pero no fueron días de descanso propiamente dichos, sino paradas obligatorias debido al mal tiempo, especialmente el viento. En realidad no tenía elección, especialmente en Texas, ya que mis esfuerzos por mover la bici no servían de nada. Soy una persona muy impaciente. Desde el principio hasta el final sentía el reloj correr, y mi mente no se relajaba. Siempre que me «tocaba» un día de descanso, me ponía de los nervios y necesitaba urgentemente volver a subirme a la bici. Me alegro de que el mal tiempo me obligase a descansar, porque de no haber sido por él no habría parado.

Para poder batir un récord Guinness, existen una serie de requisitos en cuanto al equipo que se debe utilizar. ¿Cuáles son?

Solo puedes utilizar un cuadro, pero puedes cambiar diferentes piezas, como por ejemplo las cubiertas. A lo largo de la Ruta Panamericana, los caminos pueden ser desde carreteras lisas y perfectamente asfaltadas hasta pistas de tierra muy irregulares. El último tramo del desafío –que discurre a lo largo de unos 660 km desde Fairbanks, Alaska– se desarrolla por una de las carreteras más difíciles por las que he pasado nunca. El hecho de que la Orbea Terra tenga la holgura necesaria para montar ruedas tanto de carretera como gravel la convirtió en la bici perfecta para el desafío.

¿Cómo vivió el Príncipe Harry todo lo que te iba sucediendo en el desafío?

Le mantuve al día de cómo iba y de dónde me encontraba. Siempre que entraba en un nuevo país, le contaba cuántos días llevaba de adelanto y le enviaba fotografías. Le encantó. Cuando le vi en su boda, se cogió la barba (de hecho los medios pensaban que yo tenía información privilegiada sobre si iba a afeitarse o no) y me dijo: «estás en los huesos».

¿Cuánto dinero llevas recaudado hasta la fecha?

Llevamos 504.000 libras [21 de mayo de 2018]. Mi objetivo es llegar a 1 millón de libras, y el desafío no habrá acabado hasta que lo consigamos. El evento de recaudación final se celebrará el 3 de julio durante la Wheels Down Ball, una docena de etiqueta durante la cual soportaremos la bici y a la que asistirán varios famosos y personalidades. Todos los fondos que recaudemos con esta campaña se donarán a ocho ONG dedicadas al tratamiento de enfermedades mentales agrupadas bajo la organización Heads Together.