Acompañamos a Åsa Lundström en los días previos a su tercera participación en una de las pruebas más exigentes del mundo: el Ironman de Hawái. Ella es la protagonista de #Fight, segunda parte de nuestra trilogía #RideFightWin.
Åsa Lundström, nacida en Suecia hace 32 años, es una triatleta Orbea que dio sus primeras pedaladas en este deporte hace siete años, poco después de comenzar su carrera de Medicina. Sin embargo, tras descubrir su pasión por el triatlón, su progresión ha sido extraordinaria: ganó su primer Ironman en Suecia en 2012 y repitió victoria en el Ironman de Lake Tahoe en 2013. Además, en los dos últimos años ha competido en el Campeonato del Mundo Ironman con excelentes resultados: 17ª en 2014 y 11ª en 2015.
Atletas que como Åsa han llegado a la elite, o quienes buscan alcanzarla, aprenden a conjugar el verbo luchar en todas las circunstancias: no importa el día de la semana, la meteorología o tu estado de ánimo: vas a salir a entrenar.
“Lo que no te reta, no te cambia”. Ese es el lema que Åsa se dio a sí misma y el que la ha acompañado a lo largo de toda su carrera. La palabra lucha –tanto mental como físicamente, como Åsa nos recalca- ha sido absolutamente determinante en su rendimiento y en los éxitos logrados en su trayectoria como triatleta profesional.
“La competición nunca es fácil”, afirma la triatleta Orbea recordando uno de los momentos más difíciles y gratificantes en sus seis años como triatleta, el Ironman de Brasil de 2015: “Iba en cabeza desde la salida. Cerca de la meta me dieron unos calambres, no paraba de vomitar y tenía diarrea, pero yo tenía claro que quería llegar a la meta. Y lo hice. Acabé novena. Me derrumbé al cruzar la línea de meta, pero lo hice”. Åsa se refiere a este Ironman como uno de los puntos de inflexión de su carrera deportiva.
El concepto de lucha nos devuelve de algún modo a nuestras raíces, también en la experiencia de nuestra triatleta: “Mi madre nos sacó adelante a mí y a mi hermana mientras estaba estudiando. Ella sola. Nunca nos sobró el dinero y ella no disponía de mucho tiempo, pero es una auténtica luchadora. Nunca tiró la toalla y le ha ido muy bien en la vida”. Por eso, ella es la primera persona que le viene a la mente cuando le hablamos de “lucha”.
Pensar en todos los que le apoyan es una ayuda también cuando está peleando y sufriendo en carreras tan duras como la de Kona: “Trato de dedicar un kilómetro a cada uno de ellos. Controlar la mente es lo más importante cuando empiezas a cansarte”, revela la dos veces campeona de un Ironman: “Tengo mis mantras y trato de focalizarme en diversos detalles de mi técnica para así olvidar el dolor”.
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Luchar con los mejores en el Campeonato del Mundo Ironman
Más de 90.000 triatletas de todo el mundo han competido en un Ironman durante el pasado año con el sueño de estar en Kona: sólo 2.300 lo han conseguido, 713 de los cuales son mujeres. Y únicamente 43 de ellas tienen un sitio en la categoría Elite. Esto habla de la dureza de un Campeonato en el que si algo no falta son oportunidades para demostrar la capacidad de sufrimiento y lucha de los atletas.
“Al terminar el descenso de Hawi se te quedan las piernas rígidas de no pedalear, y te encuentras de frente un viento de cara durante los últimos 60 kilómetros en una situación crítica”, rememora Åsa: “Y el calor y la humedad durante toda la carrera son un reto permanente”. La lucha está ahí desde el mismo comienzo del Ironman, con todos los participantes peleando codo a codo en las aguas de Kailua Bay para salir en una buena posición en la transición hacia el sector ciclista.
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Objetivo: estar entre las 10 mejores
La de 2016 será la tercera participación de Åsa Lundström en el Campeonato del Mundo Ironman. Este año, su objetivo es estar en el Top 10 y, para conseguirlo, ha introducido varios cambios en su preparación: su equipo se ha ampliado con una presencia de un psicólogo deportivo, un quiropráctico y un nutricionista para perfeccionar su alimentación tanto en los entrenamientos como en la competición.
Cuenta, además, con la nueva Ordu, con la que la triatleta Orbea se muestra entusiasmada: “Es más rápida que ninguna otra bicicleta que haya probado, y al mismo tiempo es tan cómoda como una bici de carretera. Es muy robusta y funciona bien con viento, lo que resulta fudamental para Kona”. Åsa asegura sentirse “confiada” sobre su nueva bicicleta de triatlón: “Saber que tengo una bici fenomenal con una gran aerodinámica me estimula mentalmente”. Una aerodinámica a la que Asa incorpora este año una nueva su posición sobre su bicicleta.
Mantener la energía cuando estás a punto de desmayarte
Con estos mimbres la triatleta afrontará este sábado día 8 de octubre una de las competiciones más exigentes del mundo, que conoce bien: “en Kona he vivido dos momentos críticos. El primero fue en mi primer año: después de 120 kilómetros pedaleando sobre la bici me encontré con un descomunal viento de cara cuando se suponía que debía soplar viento a favor. Había estado yendo a rueda de un ciclista que iba a un ritmo demasiado intenso para mí. Tuve un bajón de energía y estuve a punto de venirme abajo”.
“El segundo –prosigue Åsa- me ha ocurrido los dos años: en la parte final del recorrido estás al borde del agotamiento total, pero es precisamente ahí, en los kilómetros finales, cuando pasan las cosas que de verdad pueden cambiar la clasificación. Ahí debes dar lo mejor de ti misma y luchar metro a metro. Parece que estás a punto de desmayarte, pero de alguna manera te abres paso luchando hasta la línea de meta”, rememora.
¿Qué es lo que te mantiene en la lucha?
En estos últimos días antes de la carrera el entrenamiento consiste en sesiones breves con pocas recuperaciones y menos trabajo de velocidad, para mantener las sensaciones y estar preparada mentalmente para más el día de la carrera. Atrás ha quedado todo un año peleando por estar en la línea de salida de Kailua Bay y unas 4 últimas semanas de mucho volumen de entrenos y velocidad.
La máxima carga de entrenamientos se desarrolla tres semanas antes de la carrera, cuando se realiza un stage especial en el que la dureza de las sesiones requiere una concentración máxima. Posteriormente el volumen de los entrenamientos se va rebajando progresivamente para prestar atención a las sensaciones y los ritmos de recuperación del cuerpo, que debe estar listo para dar el máximo rendimiento a las 06.30 de la mañana del 8 de octubre, cinco minutos después de que los triatletas elite masculinos hayan tomado la salida.
¿Merecen la pena todos estos sacrificios? ¿Por qué no volver a la facultad de medicina, finalizar el doctorado y vivir una vida más cómoda?: “Porque es la vida que he elegido. Soy muy afortunada por tener un trabajo como éste. Me gusta este estilo de vida y lo que hago, disfruto cada día. Recordar esto me lo hace más fácil cuando estoy cansada y tengo que volver a entrenar. Y esto es lo que me mantiene en la lucha”.
La trilogía #RideFightWin finaliza en noviembre con #Win, donde nos acercaremos a uno de los equipos más longevos y con mejor palmarés de todo el MTB femenino: el Clif Pro Team, antes conocido como Luna Pro Team.
¿Te perdiste el primer capítulo? ¡Conócelo! #Ride: las primeras pedaladas: la pasión nace en pocos pero muy significativos momentos.
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