28 septiembre, 2017

Rally Turín-Niza: ‘Terra’ de gigantes

Descubrimos los mágicos rincones a los que nos ha llevado la segunda edición de esta aventura de la mano de nuestros colaboradores Haimar López y Antton Miettinen, que se han enfrentado a los gigantes alpinos poniendo a prueba a nuestra bicicleta de gravel Terra.

La Torino-Nice Rally no es una marcha cicloturista, ni una competición: este evento plantea un viaje reposado, casi iniciático, de unos 700 kilómetros a través de la grandeza y espectacularidad de los Alpes italianos y franceses. Un viaje en el que tú marcas los tiempos y las etapas -a partir de un track que la organización revela unas semanas antes de comenzar-, y en el que únicamente conoces el principio -una céntrica plaza de Turín- y el punto de llegada: el Café du Cycliste de Niza, la cafetería-tienda que organiza el evento.

Un duro reto que te desafía con múltiples puertos de más de 2.700 metros -entre ellos cimas míticas del Tour y el Giro como el Izoard o el Colle dell’Agnello –, y con extraordinarios valles alpinos… que bien podrían ser andinos: de hecho, uno de ellos, el valle de Maira, es conocido como Little Peru (‘Pequeño Peru’) por su similitud con las cordilleras de ese país. Una prueba que incluso te desafía a atravesar rutas históricas, como la Via del Sale, usada por los conserveros turinenses para traer la sal desde el Mediterráneo.

Una aventura ideal para poner a prueba tu bici de Gravel

A estos parajes cargados de épica se han enfrentado nuestros colaboradores Haimar López y Antton Miettinen, que han completado el recorrido en 5 etapas (puedes consultar en este enlace el trazado que siguieron cada día) a lomos de sus Orbea Terra. Hay que tener en cuenta que cerca de la mitad del trazado se hace por exigentes caminos de grava y roca, por lo que no dudaron que nuestro modelo de gravel era la opción más acertada para afrontar el desafío que tenían por delante.

Para Haimar, la gran ventaja de la Terra es su “polivalencia, su capacidad de adaptarse a todo tipo de terrenos de una manera cómoda y fiable”: “Seguro que con una MTB bajas mejor, pero con la Terra también bajas bastante bien. Seguro que con una bici de carretera ruedas mejor por terreno llano. Sí, pero con esta también vas rápido: nosotros en los segmentos llanos llegamos a ir a 35-40 km./h, o sea que la bici va”.

“En carretera notas su geometría más elevada y cómoda, pero es sobre la tierra donde saca a relucir todo su potencial”, resume Haimar.

Y es que uno de los atractivos de este viaje era precisamente “llegar a puntos donde no se puede llegar con una bici de carretera”, algo que con la Terra es posible. Hablamos de atacar con garantías legendarios puertos como Colle dell’Agnello (2.748 m.) -el paso más alto de esta ruta- o Col d’Izoard (2.361 m.), mientras te enfrentas sin miedo a collados como el Colle delle Finestre (2.178 m.) y su célebre tramo final pedregoso no apto para cualquier bicicleta.

Precisamente el aura de este lugar, y la espectacular puesta de sol desde su cima, les dejó boquiabiertos durante la primera jornada hasta el punto de echárseles la noche encima. “Después de rodar y subir varios puertos a casi 30ºC –completamente achicharrados – nos entretuvimos en la cumbre viendo el atardecer… ¡y la temperatura bajó a 4 grados! Ahí nos ves sacando como locos ropa de abrigo, perneras, guantes… porque nos quedábamos como pájaros (risas). La bajada -unos 20 km- la tuvimos que hacer de noche y vimos algún que otro ciervo cerca de la carretera iluminado por nuestros frontales”, recuerda.

Este ejemplo nos recuerda la importancia en este tipo de viajes de realizar una buena planificación de cada jornada: a lo largo de las 8 o 9 horas que se pasan cada día sobre la bici las circunstancias, el terreno y el clima pueden ser muy cambiantes…

“El último día nos pilló un temporal, con lluvia y frío. Ese día hubo incluso inundaciones en el Aeropuerto de Niza y lo cerraron. Bajamos desde unos 2.400 metros hasta Niza, a nivel del mar, con un diluvio impresionante. Nos tiramos 1h 30’ bajando –eran como 25 km.- por caminos empedrados, tierra, asfalto, grava, etc, que igual gente de MTB está acostumbrada, pero a nosotros, que somos de carretera, nos pareció una barbaridad. Yo pensaba ‘¿Pero hasta dónde voy a bajar, hasta -2000 o hasta dónde?’ Aquello era una tortura, yo nunca había sufrido tanto sobre una bicicleta”, rememora Haimar.

Via del Sale: la ‘vena’ salada de Turín

Uno de los tramos más espectaculares del Rally Turín-Niza es su paso por la antigua Via del Sale, un impresionante camino empedrado a más de 2.300 metros de altitud que serpentea durante 30 kilómetros entre las imponentes moles alpinas, casi tallado sobre la propia roca y suspendido sobre profundos barrancos.

Esta cornisa, utilizada durante siglos por comerciantes, pastores, peregrinos y arrieros para bombear la preciada sal hasta el corazón de Turín, es ahora terreno para las MTB, los senderistas y alguna que otra moto o quad. El paso de vehículos a motor está muy limitado -de hecho el ancho de la vía impide el paso de dos a la vez-, y en algunas zonas el camino no es fácil de atravesar… ¡Y menos en bicicleta!

Pero las vistas y la sensación de estar cruzando un pedazo de historia bien merecen darle un poco de ‘caña’ al –obligatoriamente mullido- culotte luchando contra esas “rocas como puños” que en algunos tramos pavimentan el camino: “En esta zona llevábamos una media de 11 km/h, cuando normalmente solemos ir al menos a 30-32. Pero con esos pedrolos era imposible avanzar”, recuerda ahora entre risas. Pero mereció la pena.

Es difícilmente descriptible si no lo ves con tus propios ojos. Te sorprende la magnitud de las montañas. Uno puede estar acostumbrado a los Pirineos, a la grandeza de puertos como el Tourmalet, que quizá es el más representativo de Francia, pero es que allí estás rodeado de cien Tourmalets”.

Tu personalidad se refleja en la bicicleta

Y así, compartiendo kilómetros, paisajes, momentos difíciles en los que las piernas no iban y camaradería, Haimar y Antton fueron completando etapas y alcanzando su meta final, Niza.

“Este viaje me ha permitido acceder a sitios que nunca hubiera pensado llegar. En algún momento me parecía estar perdido en una naturaleza pura, salvaje, aislado totalmente de la civilización, en un sitio que al final no está tan lejos. Tampoco me gustaría que se convirtiera en el paseo de la Concha (risas), pero a veces te da pena que no haya gente más gente que aprecie y disfrute estos escenarios. Ahora, con el tema de las bicis eléctricas, son lugares más accesibles que nunca”.


Un viaje en el que uno aprende a conocerse a sí mismo y a los demás: “Yo siempre digo que la bici refleja cómo eres tú en el día a día. Si eres un jeta que va a su rollo, en la bici seguramente te comportas parecido. Si eres generoso y compañero, encima de la bici serás también generoso y compañero”.

Y es entonces cuando un viaje como este se convierte en una experiencia inolvidable.