16 octubre, 2014

XABI NARBAIZA

Si conducís algún Alma, Oiz, Occam o Rallón tendréis la suerte de escuchar que al pedalear, al pasar por una curva, al subir un repecho imposible.. suena una suave melodía. Una melodía compuesta por una banda de Jazz capitaneada por Xabi Narbaiza, Product Manager de MTB.


No hace falta que Xabi hable de sus bicicletas para que creas en ellas. Basta con que te hable de un mueble, del pan que ha comprado por la mañana o de los juguetes de su niña para percatarte de que sobre ese cuerpo flaco y alargado, se sitúa una pupila de alcance microscópico y una mente obsesiva por los detalles. Ésa que se refleja en cada entrada de cableado o ángulo de las juntas de la bicicleta de MTB o que hace sacar el pitufo gruñón que lleva dentro cuando el mimo o la alerta en los proyectos baja la guardia.

Pese a situarse en el meridiano entre los 30 y los 40 (Eibar, 1979..), su experiencia en la casa es amplia; 12 años cultivando una pasión y amor por la bicicleta que cuando le preguntas el porqué te dirá que “lo tiene todo, en especial el Mountain Bike. Deporte, naturaleza, colegas, viajar, mecánica, ingeniaría, adrenalina, dificultad técnica, reto físico…”. Probablemente serán muchos más. Ya lo decía Théodule-Armand Ribot (psicólogo francés): la pasión es una emoción crónica.

No obstante, las pasiones se sufren en la misma dosis que se disfrutan y esos 12 años se han convertido en un aprendizaje constante, en un proceso de evolución en las que “hemos pasado algunas noches sin dormir”. Es por ello que cuando le preguntas sobre cómo llevan las espectaculares valoraciones de la última Rallon rápidamente esquiva la pregunta afirmando que “sería un error venirnos arriba y pensar que todo está hecho. Sería renunciar a la manera en la que hemos llegado aquí, incluso diría que a nuestra identidad” y continúa quitándose méritos individuales hiendo hincapié en que “aunque suene a tópico, es una trabajo en equipo”. Quizás, una de las la labores más transcententales de Xabi en la casa sea la de conseguir que en el equipo de desarrollo de MTB fluya la comunicación y el trabajo de manera natural.

En ese sentido, Mikel, Beñat y Aitor forman el núcleo del equipo de trabajo de una categoría que cada vez es más transversal en el organigrama de Orbea. Un equipo que junto a su “líder espiritual” -tal y como Aitor se suele refiere a Xabi- van a recorrer senderos y testar productos los viernes después de su jornada laboral. Un equipo sin complejos de caricaturizarse con un punto de “frikismo” admitiendo, en tono cómico, que duermen “con un amortiguador en la mesa de noche”.

Y es que algo que aparece a menudo en las conversaciones que rodean a Xabi es la importancia de tener usuarios en la casa: “tener una experiencia en primera persona facilita el poder hablar el mismo idioma, entender las oportunidades y objetivos que tenemos. Incluso a veces ser consciente de la relevancia que tiene hasta la más pequeña de nuestras tareas, lo relevante que puede ser para nuestro cliente que una pieza vaya correctamente ajustada, que una gráfica se adapte perfectamente al cuadro… creo que es mucho más fácil integrar muchas de estas cosas siendo practicante que siendo distante” afirma. Aunque más allá de quedarse estancados en dicha fortaleza, acuden a la escucha de los usuarios externos siendo este momento un hito cuasi-espiritual dentro del proceso de desarrollo: “encontramos usuarios con tanta pasión que la energía, la ilusión que ponen es como gasolina; se enchufa y nos hace sentir que les debemos a esa gente que nos ha dedicado una tarde el mejor trabajo que podamos hacer”.

Quizás, a uno se le pasa por la cabeza que entre tanta pasión hay algo de eso que llaman “workholic”, algo que cuestiona afirmando que “el equilibrio lo hace uno mismo. Hay mucha tendencia a pensar que hay que desconectar. Yo tengo unas obligaciones por cumplir unos objetivos pero por ahora siento que es equilibrado, que mi vida es muy compatible entre lo que me gusta hacer y lo que hago tanto a nivel personal como a nivel profesional”. No obstante, admite que desde que “a veces es necesario desconectar y tomárselo desde otra dimensión”.