18 diciembre, 2017

Miguel Ángel Estandía: “Lo mejor de Orbea son las personas”

Cuando finalice 2017 se despedirá de nosotros quien ha sido durante casi 30 años nuestro director industrial: Miguel Ángel Estandía. El niño que acudía con su madre a esperar que su padre saliera de la fábrica de Orbea para dar un paseo juntos por Eibar, cuando aún no nos habíamos trasladado a nuestra ubicación actual en Mallabia. El chico que, mientras aún estudiaba, comenzó a trabajar en Orbea en los veranos de comienzos de los años 70 “para sacarse unas perrillas”. El profesional que durante tres décadas ha llevado sobre sus hombros la responsabilidad de la producción en Orbea, convirtiéndose en uno de los grandes artífices de que hoy nuestras bicicletas estén presentes en 56 países.

Miguel Ángel ha dedicado toda su vida profesional a Orbea. Es Historia de Orbea con mayúsculas y se merece todos los reconocimientos que le podamos dar. Uno de ellos es repasar su trayectoria en la entrevista que puedes leer a continuación.

En las dos fotos de la izquierda, Miguel Ángel durante el acto de presentación de nuestra nueva fábrica de Portugal, en 2012. A la derecha, trabajando en su despacho en su penúltimo día en Mallabia.


Los comienzos

De niño te gustarían las bicicletas ¿no?

Sí, claro, como a todo el mundo. Yo creo que todos hemos tenido el deseo de tener una bicicleta.

Dado que tu padre trabajaba en la fábrica de Orbea, por aquel entonces aún en Eibar, supongo que sería una Orbea ¿no?

Hombre, eso era inevitable (risas). Era una bicicleta de carretera blanca, de aquellas que se hacían los años 70. Tendría unos 13-14 años cuando por fin la conseguí. En aquella época tener bicicleta era casi un lujo, no estaba al alcance de cualquiera y menos de un trabajador de base, así que costó lo suyo tenerla. De hecho, “se fue haciendo durante años”. Lo digo así porque yo siempre le pedía a mi padre una bicicleta y él me daba largas diciendo: “Es que ahora estamos haciendo tal parte de la bici…” y al cabo de un tiempo le volvía a preguntar y me decía “Es que ahora estamos haciendo tal otra parte de la bici…” y me iba dando largas, me iba dando largas … hasta que un día llegó la bici.

Entraste en Orbea a comienzos de los 80, ¿verdad?

Sí, en el año 80 empecé como eventual y en el 81 ya era socio. Ya antes, cuando era estudiante, con 14-15 años había trabajado en Orbea de forma esporádica: algunos veranos, te estoy hablando de mediados de los 70, Orbea nos daba la oportunidad de sacar unas perrillas. Ibas allí y trabajabas en verano un mes y pico y te sacabas unas perras para irte después de camping o donde podías.

¿Cómo fue tu primer día?

Muy cansado (risas). No por el trabajo en sí, sino porque eran muchas horas las que había que estar de pie (trabajábamos hasta diez horas y cuarto, en horario partido). Además, entonces Orbea fabricaba pocos modelos y de cada modelo se hacían tiradas grandes. Así que todo el día estábamos con la misma bici:  Al final, quieras que no, se hacía un poco monótono…

¿Trabajar en Orbea era cómo te esperabas, por lo que le oías contar a tu padre?

Mi padre ya estaba prejubilado por problemas de salud cuando yo entré, así que no coincidimos trabajando. Pero aquí me encontré con la ‘quinta’ de mi padre y me acogieron perfectamente, así que todo fue muy bien. A lo largo de los años yo he trabajado también con hijos de compañeros de mi padre y en algún caso hasta con sus nietos, así que cuando decimos eso de ‘la familia Orbea’, lo decimos casi de forma literal.

Miguel Ángel junto a su padre Ángel Estandía y su hermano Ramón Estandía en 2015. Ángel volvió a Orbea en mayo de aquel año para participar en la elaboracion del libro del 175 aniversario.


Director Industrial de Orbea: Los Grandes Retos

¿Y cómo pasaste de montar la Orbea Furia a ser el Director Industrial de Orbea?

Como muchos otros compañeros de mi generación en Orbea, he tenido la suerte de estar en el momento oportuno en el lugar adecuado. Hacia el año 85 pasé a la sección de Calidad, área de la que fui responsable durante algún tiempo. Y de ahí, en 1988 comencé a ejercer el cargo de Director Industrial.

Prácticamente 30 años. Desde entonces Orbea ha cambiado de arriba abajo.

Cambio enormemente tras el traslado de Eibar a Mallabia y desde entonces, hemos continuado la transformación, modificando y evolucionando cosas permanentemente para adecuarlas a las necesidades de cada momento. Suelo comentar que “Menos el suelo y las paredes, todo lo demás ha cambiado”, porque hasta el techo lo renovamos…eso sí, siempre sin parar la fabricación, era nuestra premisa previa a todo cambio.

Por no hablar de cómo han cambiado las bicicletas que fabricamos

No tiene nada que ver. Desde los “hierros pesados” que se hacían cuando entré yo o las bicicletas para grandes superficies en las que nos centramos después… a las bicicletas top de gama, exclusivas, personalizadas…que hacemos ahora…nada que ver. Y esa apuesta es la que nos ha hecho dar el salto que nos permite estar presentes en 56 países y llevar 22 años consecutivos con beneficios.


«Menos el suelo y las paredes, todo lo demás
ha cambiado en Orbea en estos 30 años»

¿Has disfrutado siendo el Director Industrial de Orbea?

Sí, la organización industrial es un tema que siempre me ha apasionado. También la relación con las personas, el poder hacer equipo con la gente que tenemos en fábrica para ir desarrollando los objetivos que nos hemos ido proponiendo.

Además, Orbea ha sido durante todos estos años muy dinámica, así que no me ha dado tiempo a aburrirme: siempre ha habido retos nuevos en el horizonte. Y siempre ha estado el aliciente de trabajar y motivar a las personas para que crecieran a la vez que lo hacía la organización. Y con eso, aun habiendo momentos de tensión o presión como siempre puede haber en la producción, lo hemos llevado bien y hemos disfrutado.

¿Cuál dirías que ha sido tu mayor aportación a Orbea?

Más que aportación, yo diría que por lo que más se ha valorado mi trabajo es por ese trabajo con las personas para conseguir objetivos. Porque todo lo demás ha sido una consecuencia de ese esfuerzo común. Y eso es de lo que me siento más satisfecho.

Arriba a la izquierda, Miguel Ángel junto al lehendakari Iñigo Urkullu en la celebración del 175 aniversario de Orbea. Debajo, posando junto a todo el personal de Orbea en Portugal. A la derecha, en una foto de archivo.


¿Y el mayor reto que has tenido que encarar?

Visto desde ahora no parece gran cosa, porque ahora lo tiene todo el mundo, pero en su momento conseguir la certificación de calidad de AENOR fue una gran satisfacción a nivel personal y profesional (Era un objetivo prioritario dentro de MCC). Ten en cuenta que fuimos la primera empresa de bicicletas del mundo en obtener ese sello, allá por el año 90.

Luego ha habido otros grandes hitos: el desarrollo del aerógrafo, las aperturas de fábrica en China (ahora ya cerrada) y el desarrollo de LusOrbea, nuestra fábrica de Portugal…

Un reto muy bonito fue conseguir soldar nosotros los cuadros de nuestros equipos profesionales, dejándolos por debajo del kilo. Era un momento en el que Orbea estaba en el camino de apostar por las bicicletas de gama alta…y ver que el cuadro que habíamos soldado aquí era el cuadro con el que Iban Mayo estaba compitiendo contra los mejores en el Tour de Francia era algo especial.

Un paso muy importante fue también la introducción del carbono…

Como anécdota siempre recuerdo que empezamos con una remesa de 500 cuadros, y había quien comentaba: “A ver si logramos venderlos todos…”, y resultó que se agotaron en un mes. Esa ha sido la dinámica de Orbea a lo largo de los últimos 20 años: Trabajar la innovación, tratar de acertar con el producto y trabajar constantemente con los proveedores para mejorarlo, y con los distribuidores para ofrecer un servicio rápido y de calidad.

Arriba a la izquierda, uno de los últimos cuadros Orca con los que compitió el equipo Euskaltel Euskadi. Debajo, la fábrica de Orbea en China, actualmente ya cerrada. A la derecha, Miguel Ángel (agachado, abajo a la izquierda) durante unas jornadas técnicas celebradas junto a diferentes distribuidores de Orbea a mediados de los años 90.

Si pudieras dar marcha atrás… ¿Querrías hacer algo de otra manera?

Ni me lo he planteado, la verdad. Lo que sí te puedo decir es que cada vez que nos hemos metido en proyectos complejos (por ejemplo renovar el tejado sin dejar de trabajar), al terminar pensaba: “no me meto en otra igual” (risas). Hasta la siguiente…….. y luego otra…….

El futuro

¿Qué ha cambiado más desde que tu entraste: Orbea o la propia bicicleta?

Pues las dos. Durante muchos de los años que estuve en Orbea la bici no cambió, pero el desarrollo tecnológico que ha experimentado en los últimos 15 años ha sido enorme. Recuerdo cuando se empezaron a poner las fundas por dentro del manillar… pensábamos “¡Qué más van a inventar ahora!” ¿Qué más? Pues fíjate, todo: cuadros, materiales, componentes…la bici eléctrica…

Y Orbea también ha cambiado mucho. Alguna vez hemos comentado “Si trajéramos a uno de aquellos que trabajaban aquí en el año 80 y viera lo que hacemos ahora, alucinaría”. Bueno, de hecho, cuando celebramos en 2015 el 175 aniversario ya hubo algunos que vinieron y decían: “No me lo puedo creer”. Sobre todo por el producto final, porque el montaje está volviendo a ser manual debido a la importancia que le estamos dando a la personalización de las bicicletas.

¿Cómo ves a Orbea de aquí a 10 años?

La veo creciendo mucho, centrada todavía más en las bicicletas de gama alta y recorriendo, porque aún tenemos mucho por recorrer- el camino de las bicicletas eléctricas. Recuerdo que, la última vez que estuve en Eurobike, en 2012, pensé: “Pero ¿qué pasa aquí? Si está todo lleno de bicis eléctricas de montaña”. Eso que parecía que era para ir de paseo o hacer la compra,  paso a ser para hacer deporte.

¿Con qué recuerdo/s te quedarías de todos estos años en Orbea?

Voy a insistir en que lo mejor de Orbea y lo que más voy a recordar son las personas que trabajan y que han trabajado conmigo aquí. Sigo teniendo buena relación con las personas que trabajaban cuando entré y, en el futuro, espero seguir manteniendo relación con las que están ahora. Ese estar cerca de la gente y de tratar de hacer equipo es lo que me llevo. Todo lo conseguido, ha sido posible por la colaboración de los equipos con los que he trabajado, sin ellos no hubiera sido posible.

Arriba a la izquierda, personal de Orbea en nuestra fábrica de Mallabia. Debajo, Miriam Bengoetxea (Innovation Project Manager), Miguel Ángel y Jesús Manuel Rico (Responsable de almacenes). A la derecha, Miguel Ángel en la fábrica de Mallabia flanqueado por Aitor Juaristi (el Responsable de Calidad de Orbea, a la derecha de Miguel Ángel) y Aitor Larrañaga (Responsable de Montaje, a su izquierda).

Has hecho mucho hincapié en las personas a lo largo de toda la entrevista…

Es que para mí ha sido muy importante la capacidad que hemos tenido en Orbea de aprovechar las capacidades de  nuestro personal en distintas áreas de la empresa: De ir recolocándolos en función de las necesidades y de allí donde había capacidad, aprovecharla para escalar posiciones en la organización. A lo largo de los años, hemos hecho nuestra propia reconversión. A medida que han ido desapareciendo áreas por la evolución del sector o de la tecnología, hemos formado y reajustado al personal para que pudiera seguir trabajando en Orbea. Y eso es un valor.

¿Qué consejo le darías al próximo Miguel Angel Estandía?

Que no se olvide de liderar y de delegar. Independientemente de la forma de trabajo, lo más importante que tienen las organizaciones es el capital humano, sacar el máximo rendimiento de cada una de las personas que la forman, darles la oportunidad de mostrar todo su potencial. Y tener paciencia y perseverar.

¿Tu mejor día o el día más feliz en Orbea?

Hay muchos, quizá el día que comencé con la responsabilidad de ser Director Industrial… pero también sabía que esa satisfacción me iba a durar 5 minutos, porque a partir de ese momento iba a ser todo un no parar, que es como ha sido. Otro día que celebré mucho fue cuando nos certificaron con el sello de calidad de AENOR. Para mí era muy importante por todo lo que costó y todo lo que significaba. Ten en cuenta, además, que yo venía de Calidad y siempre he dicho que mi función era hacer “mucho” y “bien”. Y me he preocupado siempre, tanto del “bien” como del “mucho”, por eso para mí fue un reconocimiento especialmente importante. En ese momento Orbea necesitaba ese cambio y todo lo que implicaba la Certificación, para mostrar al mercado una evolución en calidad.

«Si te apasiona la bicicleta y además trabajas
en Orbea… pues ¿qué más quieres?»

Bueno… ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Cómo será tu primer día después de Orbea? ¿Qué proyectos tienes en mente?

Pues mira, a mí siempre me ha gustado todo lo relacionado con el arte (Pintura, escultura, grabado, etc.) y antes de comenzar mi trabajo en Orbea ya tenía grandes inquietudes en estas materias Es por esto que ahora voy a intentar seguir por este camino. Me propongo ampliar conocimientos y para ello nada mejor que intentar hacerlo en la Universidad. Estoy en ello y espero poder iniciar el próximo curso un grado de arte allí.

37 años en Orbea: ¿Qué tiene este sitio que el que entra ya no sale?

Pues no sé, pero mucha de la gente que entra…aquí se queda, no sé si este ambiente inocula algún germen, pero algo hay…(risas). Hablando en serio, por un lado el producto es muy llamativo, muy gustoso de trabajar. Y, por otro, mucha gente de la que trabaja aquí está muy metida en el mundillo de la bicicleta. Así que, si te apasiona la bicicleta y además trabajas en Orbea… pues ¿qué más quieres?

si te apasiona la bicicleta y además trabajas en Orbea… pues ¿qué más quieres?