14 marzo, 2016

Orbea 175 Aniversario: Aire

“Orbea ya no era una cuestión económica, la implicación emocional fue transversal y afectó a todos los miembros de la familia, pues como se vería con los años, muchos de los hijos de los primeros socios tomaron el relevo de los suyos dentro de la cooperativa. En muchas mesas, en la intimidad del hogar, Orbea era tema de conversación habitual durante la cena”. (Extracto del libro Orbea 175 Aniversario).


Nacimos en Eibar, rodeados de bosques y saltos de aguas, cuna idónea para el alumbramiento de  ferrerías y, posteriormente, fábricas de armas. Una de ellas,  Orbea, creada en 1840 por los hermanos Juan Manuel, Casimiro y Mateo Orbea, se convertiría en la más grande de esta localidad.

Fue una época de periodos convulsos entre conflictos bélicos locales y la Primera Guerra Mundial, tras cuyo final numerosas empresas eibarresas, entre ellas la nuestra, decidieron reorientar su estrategia empresarial y dedicarse, finalmente, a la fabricación de bicicletas.

Transformación

Después de la Guerra Civil y al calor de una bonanza económica, Orbea creció y decidió instalarse en la zona de Urkizu, Eibar. Se erigió como una fábrica muy familiar. Sin embargo, según avanzaba el siglo, el sistema de producción se quedó obsoleto, siendo necesario un giro.

Tocó elegir: o los trabajadores decidían quedarse con la propiedad de la empresa a través de una cooperativa, o ésta cerraba. Tras apostar por seguir adelante como cooperativa, hubo que concretar el traslado de unas instalaciones encorsetadas en un entorno saturado, apostando por irnos a Mallabia. Son años en los que nuestro esfuerzo, y el de nuestros distribuidores, consiguieron que la gente viera a Orbea como una marca cercana y de confianza.

Competición e internalización

Sin embargo, a comienzos de los 80, la percepción del mercado sobre Orbea no era del todo satisfactoria, lo que nos llevó a realizar dos estrategias arriesgadas, pero necesarias. Por un lado, crecer en la competición y, por otro, en la internacionalización.

Volvimos a acercarnos a la competición deportiva, cosechando un reconocimiento más allá de nuestras fronteras y posibilitando la mejora de nuestros diferentes modelos. Además, nuestra gente, la red comercial y los ingenieros, trabajaron duramente y participaron una vez más de la marca, otorgando su feedback para conocer lo que los usuarios nos demandaban.

Dos apuestas que resultarían ganadoras que, junto a la absorción de Zeus, nos llevaron a estar presentes en mercados de gama alta.

Del acero y el aluminio al carbono

El carbono supuso nuestra punta tecnológica para entrar en el siglo XXI. Un hito tanto para nosotros como para la historia del ciclismo. El trabajo bien hecho continuó dando resultados, como por ejemplo las dos medallas de oro obtenidas en carretera y montaña en las Olimpiadas de Pekín.

Nuestro deseo de seguir conociendo de primera mano las necesidades de nuestros usuarios nos ha llevado en los últimos años a crear eventos que han alcanzado un gran calado, como la Pax Avant, la Gran Fondo Vitoria-Gasteiz o la Orbea Monegros.

Hemos trabajado y nos hemos reinventado durante estos últimos 175 años para ser una gran marca. Han sido años de esfuerzo, mirando al futuro con optimismo y creyendo en un proyecto. Todo gracias a la suma de muchas personas que han hecho, y hacen, la marca poniendo siempre lo mejor. Ese es el aire que da vida a Orbea.

Nacimos en Eibar, rodeados de bosques y saltos de aguas, cuna idónea para el alumbramiento de  ferrerías y, posteriormente, fábricas de armas. Una de ellas, Orbea, creada en 1840 por los hermanos Juan Manuel, Casimiro y Mateo Orbea, se convertiría en la más grande de esta localidad.

Fue una época de periodos convulsos entre conflictos bélicos locales y la Primera Guerra Mundial, tras cuyo final numerosas empresas eibarresas, entre ellas la nuestra, decidieron reorientar su estrategia empresarial y dedicarse, finalmente, a la fabricación de bicicletas.

Transformación

Después de la Guerra Civil y al calor de una bonanza económica, Orbea creció y decidió instalarse en la zona de Urkizu, Eibar. Se erigió como una fábrica muy familiar. Sin embargo, según avanzaba el siglo, el sistema de producción se quedó obsoleto, siendo necesario un giro.

Tocó elegir: o los trabajadores decidían quedarse con la propiedad de la empresa a través de una cooperativa, o ésta cerraba. Tras apostar por seguir adelante como cooperativa, hubo que concretar el traslado de unas instalaciones encorsetadas en un entorno saturado, apostando por irnos a Mallabia. Son años en los que nuestro esfuerzo, y el de nuestros distribuidores, consiguieron que la gente viera a Orbea como una marca cercana y de confianza.

Competición e internacionalización

Sin embargo, a comienzos de los 80, la percepción del mercado sobre Orbea no era del todo satisfactoria, lo que nos llevó a realizar dos estrategias arriesgadas, pero necesarias. Por un lado, crecer en la competición y, por otro, en la internacionalización.

Volvimos a acercarnos a la competición deportiva, cosechando un reconocimiento más allá de nuestras fronteras y posibilitando la mejora de nuestros diferentes modelos. Además, nuestra gente, la red comercial y los ingenieros, trabajaron duramente y participaron una vez más de la marca, otorgando su feedback para conocer lo que los usuarios nos demandaban.

Dos apuestas que resultarían ganadoras que, junto a la absorción de Zeus, nos llevaron a estar presentes en mercados de gama alta.

Del acero y el aluminio al carbono

El carbono supuso nuestra punta tecnológica para entrar en el siglo XXI. Un hito tanto para nosotros como para la historia del ciclismo. El trabajo bien hecho continuó dando resultados, como por ejemplo las dos medallas de oro obtenidas en carretera y montaña en las Olimpiadas de Pekín.

Nuestro deseo de seguir conociendo de primera mano las necesidades de nuestros usuarios nos ha llevado en los últimos años a crear eventos que han alcanzado un gran calado, como la Pax Avant, la Gran Fondo Vitoria-Gasteiz o la Orbea Monegros.

Hemos trabajado y nos hemos reinventado durante estos últimos 175 años para ser una gran marca. Han sido años de esfuerzo, mirando al futuro con optimismo y creyendo en un proyecto. Todo gracias a la suma de muchas personas que han hecho, y hacen, la marca poniendo siempre lo mejor. Ese es el aire que da vida a Orbea.