16 mayo, 2019

El arte de la competición cuenta la historia

Decíamos que el arte de la competición no trata sobre la victoria. Y es así. Ni tan siquiera desde una perspectiva como la nuestra de fabricante de bicicletas.

Las victorias en competición pueden atraer el foco de las cámaras y pueden llevar tu nombre a la boca de todo el mundo. Algo que desde luego es fantástico. Pero la competición ha sido siempre un escaparate para demostrar que trabajamos con la exigencia de los mejores. Y esta exigencia nos ha obligado a mejorar lo que hacemos. Desde 1931.

La competición como ADN

La década de los 30 marca el comienzo de nuestro pasado bicicletero con nuestro primer catálogo de bicis. Incluía tres modelos, uno para competición. Era el 1931. Esta bici de competición tenía cuadro de acero, guardabarros, no tenía cambios pero sí acabados de gran nivel para la época: soluciones antióxido o pedales estancos.

Nuestro primer catálogo de bicis

Fue una época en la que brilló Mariano Cañardo, Campeón de España ese mismo año y auténtico ídolo para la afición. Pero en 1935 dos hitos marcarían el ciclismo para siempre: el nacimiento de la Vuelta a España y el primer sistema que permitía cambiar de marchas.

La primera edición de la Vuelta a España tuvo a 50 corredores en liza y medio pelotón rodando sobre una Orbea debido a distintos acuerdos con la organización. Entre ellos, el propio Mariano Cañardo que fue segundo con su Orbea Super Profesional. En esa bici de acero se atisbaba el aluminio en algunos de sus componentes para poder aligerar el conjunto pero seguía predominando el acero. Incluso se incluyeron las primeras mejoras para mejorar la rigidez del conjunto.

El sistema de cambio consistía en una rueda con un piñón a cada lado. Para cambiar de marcha, había que sacar la rueda y girarla. Un año después de esa primera edición de la Vuelta a España llegaría nuestra primera victoria en el Tour de Francia, fue Federico Ezquerra.

Uno de nuestros primeros equipos, Mariano Cañardo en acción y extracto del catálogo con la bici que usaban.

Luego llegaría la Guerra Civil española y casi seguido, la Segunda Guerra Mundial, dos hechos que obligaron a pausar competiciones y frenaron a toda la industria de la bicicleta.

El material crece y se sofistica

Tras ambas guerras, las competiciones como el Tour de Francia o La Vuelta a España que vimos nacer se reanudaron. La industria volvió a coger fuerza. Eran los años 40 y las bicicletas como nuestro modelo Orbea Carrera Profesional ya contaban con cambio trasero como lo conocemos hoy día.

Era una bici creada a partir de las “indicaciones de los campeones”. La calidad era palpable en componentes como el eje de pedalier o las bielas “extrafinas”, además de otras mejoras en pos de una mayor ligereza. Esto se notaba en las carreras: la velocidad media aumentaba paulatinamente en todas las carreras.

Equipo ciclista años 40

Bici competición años 40: ruedas de madera y desviador trasero

Desde esta época hasta prçacticamente la década de los 70, nuestro legado en competición se enfocó a patrocinios individuales, si bien en los 60 nuestro catálogo competitivo tenía tres modelos de competición. El llamado “gran competición”, el buque insignia competitivo, incluía innovaciones como el doble plato y prácticamente fabricábamos todos los componentes, salvo las cubiertas.

Fue en la década de los 70 cuando el pulso competitivo volvió. Ya como cooperativa, retomamos la competición con un nuevo equipo. En las bicicletas de competición ya se podía ver los rastrales desde hace unos años, algo que mejoró la eficacia del pedaleo. El acero seguía siendo el principal material a pesar de que una aleación de aluminio, el duroaluminio, estaba presente en algunos componentes.

Uno de los ciclistas en nuestro vuelta a la competición en los 70

Modelo de competición con doble plato, años 70

La década de los 80 fue una década potente, probablemente la más laureada de nuestra historia. Después del desembarco de nuestro primer equipo profesional de carretera, llegaron nombres como Peio Ruiz de Cabestany, Pedro Delgado o Marino Lejarreta que firmarían victorias en las tres grandes vueltas. De hecho, Pedro Delgado se llevó la Vuelta a España en 1985. El mismo año en que debutó nuestro equipo femenino, uno de los primeros en competir en España.

Marino Lejarreta en acción

A la izquierda, Pedro «Perico» Delgado. A la derecha, Peio Ruiz Cabestany

Bicicleta del equipo en los 80, esta de Peio Ruiz Cabestany

Primer equipo ciclista femenino

Y el material, por su parte, seguía evolucionando y ya rivalizaba cara a cara con marcas italianas de prestigio.

En la década de los 80, la irrupción de la bicicleta de montaña acaparó gran parte de la atención competitiva y también en lo que se refiere a desarrollo de producto. Hasta el 1994.

Bicicletas de competición en el 1993, justo antes de la creación de la Fundación Euskadi

Ahí, además de nacer la Fundación Euskadi, fue el último año que una bicicleta con cuadro de acero ganaba una carrera como el Tour de Francia. El aluminio entraba en escena pero por poco tiempo, porque la revolución del carbono estaría por llegar.